«No hablaré mal de ningún hombre y hablaré todo lo bueno que sepa de todos.»
Benjamin Franklin
¿Cuántas veces has regalado algo y a pesar de que esperabas que te dieran las gracias éstas no llegaron y te has sentido frustrado?
¿Cuántas veces eres tú el que llama a tus familiares para los cumpleaños, pero cuando es el tuyo parece que todos se han olvidado de ti?
¿A cuántos les has hecho favores pero cuando los has necesitado tú era como si los hubiera tragado la tierra?
A diario depositamos cientos de expectativas en los otros y esperamos que nos respondan de la misma manera, pero esto no siempre sucede así.
Si bien hay personas que son agradecidas y saben el valor de tus acciones, otras no lo son. Algunas responden con la misma moneda, otras no. Y tú no podrás cambiarlas.
Si recibimos lo que esperamos nos alegramos, si no, nos decepcionamos, y una vez más nuestras expectativas se frustran. Si recibes lo que esperabas, es un “bono extra”, bienvenido sea; si no, sigue adelante, no te detengas a esperar las gracias.
Lo que hagas, hazlo de corazón porque el que sirve es más grande que el que es servido. No esperes recompensa. Siembra en los otros, y sin darte cuenta, un día, esa siembra se te va a recompensar. La cosecha será tan grande que no va a caber en tus manos.
Lo que hagas por los otros, en algún momento, quizás otra persona lo hará por ti. No importa el tiempo que pase; si has sembrado, cosecharás. Lava los pies de los otros, cálzate y sigue caminando; esas pisadas que dejaste en el camino, en algún momento te van a alcanzar. La calidad y la cantidad de tu bendición empiezan y terminan siempre en ti y en los tuyos. ¡No lo olvides!
Fuente: Bernardo Stamateas “Gente toxica”.
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